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El incidente Tunguska marzo 2, 2007

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El evento de Tunguska fue una explosión aérea de muy alta potencia ocurrida sobre las proximidades del río Podkamennaya en Tunguska (Evenkia, Siberia, Rusia) en la posición 60°55′ N 101°57′ E a las 7:17AM del día 30 de junio de 1908. La detonación, similar a la de un arma termonuclear de elevada potencia, ha sido atribuida a un objeto celeste. Debido a que no se ha recuperado ningún fragmento, se maneja la teoría de que fue un cometa que estaría formado de hielo. Al no alcanzar la superficie, no se produjo cráter.

El bólido —de unos 80 metros de diámetro y probablemente rocoso— detonó en el aire. La explosión fue detectada por numerosas estaciones sismográficas y hasta por una estación barográfica en el Reino Unido debido a las fluctuaciones en la presión atmosférica que produjo. Incendió y derribó árboles en un área de 2.150 km², rompiendo ventanas y haciendo caer a la gente al suelo a 400 km de distancia. Durante varios días, las noches eran tan brillantes en partes de Rusia y Europa que se podía leer sin luz artificial. En los Estados Unidos, los observatorios del Monte Wilson y el Astrofísico del Smithsonian observaron una reducción en la transparencia atmosférica de varios meses de duración, en lo que se considera el primer indicio de efecto invernadero asociado a explosiones de alta potencia. La energía liberada se ha establecido, mediante el estudio del área de aniquilación, en aproximadamente 10 o 15 megatones. Si hubiese explotado sobre zona habitada, se habría producido una masacre de enormes dimensiones. Según testimonios de la población Tungus —la etnia local— que lo vio caer, «brillaba como el Sol».

Estudio del Evento
El estudio del evento de Tunguska fue tardío y confuso. El gobierno zarista no lo consideró prioritario (algunas fuentes indican que tenían mucho interés en hacerlo pasar por una «advertencia divina» contra la agitación revolucionaria en curso), y no sería hasta 1921 —ya durante el gobierno de Lenin— cuando la Academia Soviética de Ciencias envió una expedición a la zona dirigida por el minerólogo Leonid Kulik. Hallaría un área de devastación de 50 km de diámetro, pero ningún indicio de cráter, lo que le resultó sorprendente. En los años siguientes hubo varias expediciones más; en 1938 Kulik realizó fotografías aéreas de la zona, lo que puso en evidencia una estructura del área de devastación en forma de «alas de mariposa». Esto indicaría que se produjeron dos explosiones sucesivas en línea recta. En los años 50 y 60 otras expediciones hallaron microlitos cristalinos muy ricos en níquel e iridio enterrados por toda la zona, lo que refuerza la teoría de que pudo tratarse de un objeto natural de origen extraterrestre.

Crónicas de los Supervivientes
Los supervivientes de la zona afectada por la explosión, lo describieron como un hongo gigante que se elevaba por los aires, sin embargo, muchos de esos supervivientes murieron a los pocos dias por causa de extrañas enfermedades. Durante años se pensó que la población había quedado afectada por radiación nuclear, habiendo sido descritas mutaciones en los hijos de los nativos y en los animales. Se suscita la posibilidad de que lo que afectaba a los nativos de la zona era una enfermedad que les cubría de pústulas y mataba a familias enteras, lo que llevó a los médicos de la expedición liderada por Gennady Plekhanov llegar a la conclusión de que una epidemia de viruela había afectado a los nativos tras la explosión.

Teorías

Cometa
Es la teoría más aceptada actualmente por los científicos, ya que se considera que la mejor explicación es, normalmente, la más sencilla. Un cuerpo celeste compuesto de hielo y polvo que estalló y posteriormente quedó completamente vaporizado por el roce con la atmósfera terrestre, permitiendo que todo el hielo sublimara directamente a gas, que se dispersó por la atmósfera eliminando todo rastro de la explosión.

Bomba de Hidrógeno natural
En 1989, los astrónomos D’Alessio y Harms sugirieron que parte del deuterio de un cometa que penetró en la Tierra podría haberse fusionado nuclearmente, dejando una «firma» distinguible en forma de Carbono-14 en la atmósfera. Concluyeron que la cantidad de energía nuclear liberada habría sido casi despreciable. Independientemente, en 1990, César Sirvent propuso que un cometa de deuterio, es decir, un cometa con una concentración de deuterio anormalmente alta en su composición, podría haber explotado como una bomba de hidrógeno natural, generando la mayor parte de la energía liberada en la explosión. La secuencia habría sido, primero una explosión mecánica o cinética, e instantes después una explosión termonuclear generada por la primera explosión.

Agujero negro
Un agujero negro no puede ser destruido, a no ser que fuera excesivamente pequeño y se deshiciera por sí mismo (se desinfla por Radiación Hawking). Pero en el espacio la probabilidad es mayor. Ya sería casualidad que fuera a deshacerse a un punto concreto del espacio. Además, sería como un rayo al igual que la teoría posterior.

Antimateria
La antimateria se desintegra al chocar con la materia. Así pues, tendríamos un rayo de energía durante todo el recorrido hasta el punto donde toda la antimateria se hubiera desintegrado. La única posibilidad de que se diera una formación similar sería que la antimateria hubiera caído en vertical, hacia el centro de la tierra y se desintegrara por completo antes de tocar tierra. No conocemos ningún proceso por el cual se pueda formar antimateria en medio del espacio. El espacio de nuestro sistema estelar no está por completo vacío (tiene una mínima densidad de hidrógeno), así que tendría que haber una gran cantidad de antimateria para aguantar su viaje hasta la Tierra. Es difícil que existieran objetos así ya que su choque con el hidrógeno espacial, aún en su pequeña proporción, emitiría cantidades de energía significativamente perceptibles.

INVESTIGACIONES

Algunas claves importantes para determinar la naturaleza de la explosión se obtuvieron en el transcurso de tres expediciones al lugar, en 1958, 1961 y 1962, dirigidas por el geoquímico soviético Kirill Florensky. La expedición de 1962 utilizó un helicóptero para explorar el área del desastre. En lugar de buscar grandes fragmentos de meteoritos, como lo había hecho Leonid Kulik a finales de los años veinte, el equipo de Florensky analizó cuidadosamente el terreno a fin de encontrar partículas microscópicas que pudieran haberse desparramado durante el incendio y desintegración del objeto de Tunguska. La búsqueda dio los frutos esperados. Los científicos lograron delimitar una estrecha franja de polvo cósmico extendida a lo largo de 250 kilómetros hacia el noroeste del lugar de la explosión, compuesto por magnetita (óxido de hierro magnético) y pequeños cristales de roca fundida.

Estas muestras obtenidas del objeto de Tunguska debieran haber bastado para acabar con la controversia acerca de su origen de una vez por todas. En 1963 Florensky escribió un artículo sobre sus expediciones en la revista Sky & Telescope. El artículo llevaba por título «¿Chocó un cometa con la Tierra en 1908?». Entre los astrónomos, la teoría del cometa siempre ha sido la preferida. En su artículo decía Florensky que este punto de vista «estaba ahora confirmado».

Control de radiación
La expedición de Florensky controló cuidadosamente la existencia de radiación en la zona. El equipo informó que la única radiación hallada en los árboles del área de Tunguska era polvillo radiactivo proveniente de pruebas atómicas que había sido absorbido por la madera. El grupo científico dirigido por Florensky también examinó en detalle la aceleración del crecimiento del bosque en la zona devastada, que algunos habían atribuido a los perjuicios genéticos causados por la radiación. Los biólogos concluyeron que únicamente se había producido una aceleración del crecimiento, normal después de un incendio (fenómeno bien conocido).

Pero, ¿a qué se debieron entonces las «costras» con que quedaron cubiertos los renos de la zona después del estallido? Ante la falta de un informe veterinario, sólo se puede especular, pero lo más probable es que no fueran provocadas por la radiación atómica, sino simplemente por la enorme ráfaga de calor que siguió a la explosión y que también provocó el incendio de los bosques.

Los que creen en la teoría de una explosión nuclear citan las investigaciones realizadas en 1965 por tres físicos norteamericanos, Clyde Cowan, C.R. Atluri y Willard Libby, quienes hallaron un aumento, que cifraron en un uno por ciento, en el nivel de radiocarbono contenido en los anillos de los troncos de los árboles tras la explosión de Tunguska. Una explosión atómica deja en libertad una ráfaga de neutrones, que convierten el nitrógeno atmosférico en carbono 14 radiactivo, y que es absorbido por las plantas junto con el carbono corriente durante un proceso normal de fotosíntesis. Si la explosión de Tunguska fue nuclear, sería de esperar un exceso de radiocarbono en las plantas que entonces se encontraban en crecimiento.

Para probar esta hipótesis los científicos americanos analizaron tres anillos de un abeto tipo Douglas de trescientos años, proveniente de los Montes Catalina, cerca de Tucson (Arizona), y también de un viejo roble de un bosque próximo a Los Ángeles, hallando que el nivel de radiocarbono en ambos árboles había ascendido sólo en un 1 % entre 1908 y 1909. Un importante chequeo doble fue efectuado por tres científicos holandeses en un árbol proveniente de Trondheim (Noruega), mucho más cercano al sitio de la explosión, donde sus efectos deberían haber sido mucho más evidentes. En vez de encontrar un aumento de radiocarbono en 1909, lo que hallaron fue un descenso constante de aquel nivel durante esa época. Por lo tanto es posible que el aumento detectado en los árboles americanos por Cowan, Atluri y Libby se deban a efectos locales y no a la explosión de Tunguska.

Las pruebas decisivas para asegurar que el objeto que hizo explosión en Tunguska era de naturaleza meteorítica las facilitan los resultados de las últimas expediciones soviéticas al lugar, comunicados en 1977. Las partículas microscópicas de piedra halladas en las capas dejadas por la explosión de 1908 tienen la misma composición que las partículas cósmicas recogidas por los cohetes en la atmósfera superior. Se calcula que miles de toneladas de este material se encuentran dispersas alrededor de la zona del impacto. Junto a estas partículas de roca espacial figuran partículas melladas de hierro meteórico. Los investigadores soviéticos concluyeron que el objeto de Tunguska era un cometa compuesto por condrito carbonáceo. Esto no resulta sorprendente, pues los astrónomos han estado descubriendo que una composición de condrito carbonáceo es característica de los escombros interplanetarios.

Un acontecimiento como el de Tunguska puede repetirse. Los astrónomos han descubierto cantidad de pequeños asteroides cuyas órbitas atraviesan la trayectoria de la Tierra. Por ejemplo, en 1976, sólo por cuestión de horas no se produjo una nueva colisión, al pasar un asteroide previamente desconocido a una distancia de 1.200.000 kilómetros de la Tierra. Según los cálculos de los astrónomos, un objeto del tamaño del de Tunguska se estrella contra la Tierra con una frecuencia de una vez cada dos mil años. Por lo tanto, es sólo cuestión de tiempo: se volverá a producir un nuevo choque, y la próxima vez puede que ocasione perjuicios muy grandes. Sin embargo, el incidente de Tunguska no es unico en su misterio. Segun la enciclopedia online Wikipedia, se han detectado fenomenos parecidos
en Cando

http://es.wikipedia.org/wiki/Evento_de_Cando

en Vitim,

http://es.wikipedia.org/wiki/Evento_de_Vitim
 

y en el Mediterráneo Oriental,

http://es.wikipedia.org/wiki/Evento_del_Mediterr%C3%A1neo_Oriental
A continuación se puede acceder a un largo documental del Centro Brasileño de Pesquisas Ufológicas en el que se trata de concordar dentro de la temática de los ovnis al extraño suceso que destruyó gran parte de un bosque siberiano hace casi 100 años.

 

La Amenaza Asteroide febrero 18, 2007

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El 17 de febrero del 2007, la agencia Reuters informa que un asteroide podría acercarse peligrosamente a la Tierra en el 2036 y Naciones Unidas debería asumir la responsabilidad de una misión para desviarlo, según explicaron un grupo de astronautas, ingenieros y científicos.
Astrónomos detectaron un asteroide llamado Apophis, que tiene una oportunidad en 45.000 de impactar a la Tierra el 13 de abril del 2036. Aunque las probabilidades de un impacto de este asteroide en particular son bajas, se espera que un reciente mandato legislativo para que la NASA incremente su vigilancia a los asteroides cercanos a la Tierra permita descubrir cientos, y hasta miles, de rocas espaciales amenazadoras en un futuro cercano, afirmó el ex astronauta Rusty Schweickart.
«No es sólo Apophis lo que estamos buscando. Cada país está bajo riesgo. Necesitamos una serie de principios generales para abordar este tema,» sostuvo Schweickart, miembro de la tripulación del Apollo 9 que rodeó la luna en marzo de 1969.
El ex astronauta hizo estas declaraciones ante una conferencia de la American Association for the Advancement of Science en la ciudad de San Francisco.
Schweickart planea presentar la próxima semana ante el Comité de Uso Pacífico del Espacio Exterior de Naciones Unidas una actualización de los planes para desarrollar un proyecto, a fin de establecer una respuesta mundial frente a la amenaza de un asteroide.
La Asociación de Exploradores Espaciales, un grupo de ex astronautas y cosmonautas, pretende realizar este año una serie de reuniones de trabajo de alto nivel para elaborar un plan, y hará una propuesta formal a Naciones Unidas en el 2009, anunció Schweickart.
La mejor aproximación para afrontar rocas espaciales potencialmente mortales es enviar una nave que usaría la gravedad para alterar el curso de los asteroides, de manera que no amenace la Tierra, aseveró el astronauta Ed Lu, veterano de la Estación Espacial Internacional.
El denominado Tractor de Gravedad podría mantener una posición cerca del asteroide, y arrastrarlo levemente, de modo que con el tiempo lo desviaría de su curso.
Un asteroide del tamaño de Apophis, de unos 140 metros de largo, podría tardar aproximadamente 12 días en ser arrastrado por la gravedad, agregó Lu. Los costos de la misión fueron calculados en 300 millones de dólares.
El lanzamiento adelantado de una misión para desviar un asteroide podría reducir el nivel de energía necesario para alterar su curso e incrementar las posibilidades de un resultado exitoso, dijo Schweickart.
La NASA señala que el efecto puntual de un objeto de 140 metros de largo al impactar la Tierra dependería del compuesto del asteroide y del ángulo del golpe. Paul Slovis, presidente de Decision Research, una firma con sede en Oregon que estudia análisis de riesgo y toma de determinaciones, indicó que el asteroide podría destruir por completo a una ciudad o región.

Los asteroides son objetos rocosos y metálicos que orbitan alrededor del Sol pero que son demasiado pequeños para ser considerados como planetas. Se conocen como planetas menores. El tamaños de los asteroides varía desde el de Ceres, que tiene un diámetro de unos 1000 Km, hasta el tamaño de un guijarro. Dieciseis asteroides tienen un diámetro igual o superior a 240 Km. Se han encontrando desde el interior de la órbita de la Tierra hasta más allá de la órbita de Saturno. La mayoría, sin embargo, están contenidos dentro del cinturón principal que existe entre las órbitas de Marte y Júpiter. Algunos tienen órbitas que atraviesan la trayectoria de la Tierra e incluso algunos han chocado con nuestro planeta en tiempos pasados. Uno de los ejemplos mejor conservados es el cráter Barringer cerca de Winslow, Arizona.

 Crater de asteroide cerca de Winslow, Arizona

Si desea informarse más sobre los asteroides, revise este vinculo

Vea una simulación de la amenaza en los siguientes videos